Fue en octubre de 2020 cuando el libro 'Prince Philip Revealed', de la biógrafa real Ingrid Seward, vio la luz y sacudió a los amantes de la realeza, pues en él se aborda el presunto rechazo que habría sufrido el ahora rey Carlos III, desde que era muy pequeño.
El rechazo habría venido directamente de sus papás, algo que lo habría afectado severamente, según se lee en el mencionado libro; hecho que habría marcado gravemente la vida del monarca y habría afectado su forma de relacionarse con los demás, incluso con sus hijos, con quienes se dice, fue sumamente frío y distante.
Según cuenta Seward, el día de su nacimiento, el papá de Carlos de Inglaterra, pronuncio una frase que pondría en evidencia la falta de sensibilidad y emoción ante su hijo. Y es que el duque de Edimburgo no estuvo presente en el nacimiento del pequeño porque "estaba jugando al squash". Cuando por fin vio al bebé, dijo que "parecía pudín de ciruela".
La vida fue muy acelerada para el pequeño Carlos, pues se convirtió en un futuro rey con apenas dos años, cuando Isabel II ascendió al trono de Inglaterra en 1952; el soberano sufrió por la ausencia de sus padres, siempre inmersos en numerosos compromisos oficiales. Su madre, Isabel II, se había convertido en reina sin haber tenido tiempo de prepararse para ello. Por su parte, su padre fue asignado como oficial de la Marina en Malta durante dos años.
El ahora monarca no vivió una infancia colmada de amor y cariño. Ya en otra biografía escrita anteriormente por Jonathan Dimbleby, el autor relata que de niño "se asustaba fácilmente con la fuerte personalidad de su padre", quien "le hacía llorar con facilidad" cuando le reprochaba algún comportamiento que consideraba inadecuado. A Isabel II, el príncipe Carlos la recuerda en estas páginas como a una mujer "indiferente y distante".
"¿La única muestra de amor que aprendió de sus padres? Estrechar la mano", sentencia Ingrid Seward en el citado libro. En los primeros extractos publicados en el 'Daily Mail', también se puede leer que Isabel II solía dejar a su hijo en manos de sus niñeras, "las únicas personas que le daban cariño".
El rey Carlos encontró las largas separaciones de su madre "muy perturbadoras y confusas", según desvela a la autora el corresponsal oficial de la corte en ese momento, Godfrey Talbot. Esta falta de cariño y ternura marcó la personalidad del padre del príncipe Harry y del príncipe Guillermo en su edad adulta.